27/09/12

A "expropriação política dos europeus" segundo Hans Magnus Enzensberger

Em El País (27-09-2012), a tradução castelhana de um texto de Hans Magnus Enzensberger que vale a pena ler na íntegra. Alguns — e eu com eles — entenderão que as sugestões alternativas do poeta pecam por demasiado vagas ou tímidas, tendo em conta a severidade do diagnóstico, fazendo valer que a "expropriação política" dos cidadãos cresceu e se multiplicou justamente na proporção da insuficiência democrática ou da natureza oligárquica — ainda que "liberal" — do regime representativo e do seu "Estado de direito". Mas nada disso nos deve cegar ao facto de que quem quer o mais, tem de querer o menos, e de que a expropriação em curso das liberdades e direitos conquistados por séculos de luta, que impuseram limites e o respeito de garantias ao que, de outro modo, seria o governo absoluto da economia política do capitalismo, não poderá decerto ser a via de qualquer espécie de "democracia real", ou de democratização efectiva das relações de poder hoje governantes, como a que pressupõe Enzensberger quando, apesar de tudo, estipula que, se quiserem reaver os seus direitos e liberdades, os cidadãos europeus terão de "despertar da sua sesta política" — quer dizer, precisamente, da condição passiva que os mantém à margem do exercício governante nos regimes representativos. 


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los países europeos, desde hace bastante tiempo, ya no son regidos por instituciones legitimadas democráticamente, sino por una serie de abreviaturas que las han suplantado. Sobre la dirección a tomar deciden el FEEF, el MEDE, el BCE, la ABA o el FMI. Solo los expertos están en condiciones de desgranar esas siglas. Del mismo modo, solo los iniciados pueden deducir quién decide qué y cómo en la Comisión y en el Eurogrupo. Común a todos estos organismos es que no aparecen en ninguna Constitución del mundo y que ningún elector tiene algo que decir sobre sus decisiones. El único actor al que escuchan son los denominados “mercados”, cuyo poder se expresa en las oscilaciones de los tipos de cambio y los intereses y en los ratings de algunas agencias estadounidenses.

Parece fantasmal con qué tranquilidad los habitantes de nuestro pequeño continente han aceptado su expropiación política. Quizá eso se deba a que estamos ante una novedad histórica. En contraste con las revoluciones, golpes de Estado y asonadas militares en las que es rica la historia europea, ahora las cosas suceden sin ruido ni violencia. En eso estriba la originalidad de este asalto al poder. ¡Ni marchas con antorchas, ni desfiles, ni barricadas, ni tanques! Todo se desarrolla pacíficamente en la trastienda.
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La abolición del Estado de derecho se proclama con toda franqueza en el Tratado sobre el Mecanismo de Estabilidad Financiera (MEDE). Las decisiones de los miembros que marcan la pauta en este organismo de rescate son inmediatamente efectivas desde el punto de vista del derecho internacional y no están vinculadas a la aprobación de los Parlamentos. Estos miembros se autodesignan, igual que en el antiguo régimen colonial, como gobernadores y, al igual que los directores, no tienen que rendir cuenta alguna frente a la opinión pública. Al contrario, están expresamente obligados a mantener el secreto. Esto recuerda a la omertà, que forma parte del código de honor de la mafia. Nuestros padrinos se sustraen a cualquier control judicial o legal. Gozan de un privilegio que ni siquiera está al alcance de un jefe de la Camorra: la absoluta inmunidad frente al Derecho Penal. (Eso es lo que se dispone en los artículos 32 a 35 del Tratado del MEDE).
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La recurrente afirmación de que “no hay alternativa” niega la virtualidad explosiva de las crecientes diferencias entre las naciones participantes. Ya desde hace años se muestran las consecuencias: división en lugar de integración, resentimientos, animadversiones y reproches mutuos en lugar de entendimiento.
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En la llamada crisis del euro se demuestra que la situación de expropiación política de los ciudadanos no se detiene ahí. Según su lógica, desemboca en su correlato: la expropiación económica. Solo allí donde salen a la luz los costes económicos queda claro qué significa todo esto. La gente de Madrid y Atenas solo sale a la calle cuando, literalmente, no le queda otra elección. Y eso no dejará de producirse en otras regiones.

500 millones de europeos no van a sentir la tentación de rendirse sin resistencia, sin defenderse
No importa con qué metáforas adorne la política su novísimo monstruo —paracaídas, bazuca, Gran Berta, eurobonos, unión fiscal, bancaria o de deuda—, a más tardar cuando haya que hablar de cuentas los pueblos despertarán de su siesta política. Intuyen que antes o después tendrán que salir garantes de lo que hayan organizado los rescatadores.
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