Salvador Aguilar publica em El País um artigo (co-assinado ainda por Arcadi Oliveres, Jaime Pastor e Carlos Zeller) que, a partir de uma avaliação sem dúvida polémica dos novos movimentos sociais, sublinha bem tanto a profundidade da presente crise da economia política governante como a radicalidade democrática das alternativas verosímeis à deterioração das condições sociais, políticas e civilizacionais que é a condição de sobrevivência e o programa de consolidação das relações de poder estabelecidas à escala global. Creio que seria necessário precisar melhor o que significa "sociedade civil global", o que poderiam ser, nas suas grandes linhas, uma esfera económica e um mercado democratizados, bem como - entre outros pontos - os pressupostos de uma cidadania mundial. Mas nada disso diminui a urgência das questões levantadas, e, assim, recomendando a leitura do artigo, aqui deixo alguns excertos.
Los episodios del conflicto social de nuevo tipo empezaron el 1 de enero de 1994 con el movimiento zapatista en México, pero han tenido numerosos eslabones de continuidad: en 1995 (Francia), 1999 (Seattle), 2001 (Argentina), 2003 (protesta de un embrión de sociedad civil global), 2005 (Bolivia y las banlieues francesas), 2006 (Francia y los inmigrantes mexicanos y filipinos en EE UU), 2007 y 2008 (protestas del Sur global contra los aumentos de precios de los alimentos básicos), 2008 (Grecia) y protestas de menor significación en Rusia, China, los países ex soviéticos, en la propia España y muchos otros lugares; y una cierta expresión de todo ello en los foros sociales. Son movimientos sociales y políticos muy variados, pero tienen un nexo común: quieren democracia, pretenden dar el mando a las sociedades civiles en proceso de movilización y no están dispuestos a que la codicia de la élite global arrase el planeta Tierra.
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Lo que está claro es que las crisis añadidas (…) relativas a los recursos del planeta, al medio ambiente, a los desequilibrios poblacionales, al gasto militar y las políticas de nuclearización, a la cada vez más degradada forma de democracia limitada que padecemos, la proliferación de nuevos extremismos de derechas o esa corrupción y economía criminal cada vez más incrustadas en el despliegue natural de la economía de mercado, no admiten ya paños calientes.
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Conclusiones. Una, que la resolución de la actual crisis económica deberá resolver también la crisis de sostenibilidad del sistema mundial, incluida la crisis de hegemonía que antiguamente se expresaba en la hoy obsoleta distinción entre tres mundos. Dos, que la transformación exigida es de tal magnitud e implica a intereses tan poderosos que es ilusorio pensar que, a pesar de la gravedad de la situación, pueda efectuarse consensuadamente. Tres, que el nuevo conflicto social deja una situación histórica por delante completamente abierta: ni mucho menos está garantizada una salida progresiva de la crisis. Y cuatro, que si esta no se produce, son las formas civilizadas de vida las que peligrarán.
Apenas se divisan las fuerzas que podrían parar el golpe. La izquierda clásica formada por los partidos de las tradiciones socialdemócrata y comunista-estalinista, así como los nuevos partidos "demócratas" que pretenden sustituirlos, como los sindicatos afectos, confrontados con una situación inesperada de gravísima crisis económica y política, han carecido de respuesta alguna. Ni una palabra sobre dejar atrás la delirante "destrucción creativa" del sistema de mercado. Su silencio ha sido estruendoso y todo parece indicar que no disponen ya de programas políticos alternativos y que se disponen a desaparecer lentamente del escenario histórico, de momento quizá sustituidos por los emergentes partidos de la nueva izquierda verde y/o alternativa, los movimientos sociales aludidos y organizaciones de nuevo tipo, como después de cada gran crisis capitalista, cuyos contornos aún desconocemos. Tiene la palabra la sociedad civil global, porque lo que vaya a ocurrir no está predeterminado. ¡Ciudadanos de todo el mundo, uníos!
07/07/10
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