Um texto crítico
sobre o « Salário garantido », revendicado em Espanha pelo novo
partido PODEMOS.
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Desde
que Podemos tuvo su enorme triunfo electoral en las elecciones europeas la
renta básica parece haber dejado de ser un tema de conversación de economistas
de izquierda para convertirse en asunto de discusión política amplia.
Dado el enorme desprestigio de los partidos del sistema y de los “expertos en
economía” que los respaldan —muchos, si no la gran mayoría de los economistas—
la gente de a pie presta cada vez más atención a quienes presentan otras ideas
y a las razones a favor o en contra de esas ideas. Si algo de positivo ha
tenido la crisis, es sin duda hacer que se cuestionen muchas ideas que antes se
daban como indiscutibles. Que haya interés en discutir si un esquema como la
renta básica es mejor o peor que una política de trabajo
garantizado y que incluso sectores del PP
se expresen a favor de estas medidas es sin duda indicativo de la revitalización
del debate público en España.
En
intervenciones recientes, Pablo Iglesias ha explicado la renta básica como una
cantidad de alrededor de 600 euros al mes que recibirían todos los ciudadanos o
residentes legales y que serviría para combatir la pobreza y defender la
dignidad de las personas. La renta básica evitaría que se tengan que aceptar
salarios miserables y por otra parte estimularía el consumo, los ingresos del
pequeño comercio y la actividad económica en general. En ello Pablo Iglesias
sigue en general las ideas de los teóricos de la renta básica, entre quienes en
España destaca Daniel Raventós, profesor de
Economía de la Universidad de Barcelona. Raventós afirma que
cualquier ciudadano, “sólo por serlo, tiene todo el derecho del mundo a
percibir un sueldo” o, lo que sería lo mismo, “una asignación monetaria
incondicional”. Eso es la renta básica que, a diferencia de los subsidios más o
menos generalizados en el Estado de bienestar, se adjudicaría a cualquier
persona sin cumplir una condición previa como ser pobre o estar en el paro,
simplemente por ser ciudadano o residente acreditado, independientemente de que
trabaje o no. La renta básica sustituiría al
subsidio de desempleo, así como a todas las prestaciones monetarias
existentes, refundiéndolas en una sola, de tal forma que se unificarían las
prestaciones por desempleo, jubilación, viudedad, orfandad, etc. Sin embargo,
los proponentes de la renta básica también explican que en ningún caso esa
renta debería reemplazar las prestaciones públicas en sanidad, educación,
vivienda, etc., y quienes tuvieran derecho a prestaciones por desempleo o
jubilación superiores a la renta básica se beneficiarían de mecanismos
específicos para que nadie perdiera dinero con el cambio. El Estado sería
perfectamente capaz de asumir el pago de la renta básica, aunque para ello
habría que “evitar el fraude fiscal y hacer una buena reforma fiscal” porque los
ricos “han de pagar más de lo que pagan hoy”. Para Raventós la introducción de
una renta básica como la que ellos sugieren en España supondría una
mejora de ingreso para el 70% de la población y un deterioro para un
15% que tendría que pagar más impuestos; el 15% restante quedaría igual, sin
ganar ni perder.
El
propósito de este comentario es examinar la propuesta de renta básica en el
marco general de la lucha por el progreso social y las políticas de Podemos.
Aunque la propuesta de la renta básica tiene ya muchos años, ahora se hace en
el contexto de una crisis económica que para muchos cuestiona no solo la
política económica del PP y el PSOE y la corrupción de los políticos, sino el sistema
económico actual. Por ello hay que empezar por explicar las características
fundamentales del mismo. Las consignas de pocas palabras sirven para agitar y
son claramente necesarias en los programas electorales. En lo económico la
consigna de renta básica puede cumplir ese papel. Pero la política solo es
progresista si contribuye a que se entienda lo que está en juego. Las cosas
complejas no pueden explicarse en tres palabras. Para palabrería hueca y
demagogia de pocas frases, con los políticos de siempre sobra y basta.