Há uns tempos, um ex-ministro de Cavaco explicava que não havia contradição entre ser politicamente contra a adopção de um programa de construção de centrais nucleares e explorar empresarialmente as oportunidades de negócio oferecidas pelo nuclear. Hoje, torna-se mais claro ainda que, ao afirmá-lo, Mira Amaral provava apenas ter sido um bom aluno em matéria de Realpolitik nos gloriosos tempos do "pelotão da frente". Com efeito, é o mesmo princípio que torna possível subscrever, por um lado, a universalidade dos direitos humanos, ao mesmo tempo que, por outro, se fazem negócios — nos sectores do petróleo ou da carne humana, como se pode concluir da peça de El Pais abaixo citada — com ditadores e regimes que os negam e esmagam. E, se os que o aplicam quiserem ser consequentes, terão de reconhecer que, também nos países que governam, será legítimo ignorar os direitos e liberdades mais elementares, contanto que isso seja feito para explorar "oportunidades de negócios" de outro modo excluídas. Tal é o preço a pagar pelo primado político da racionalidade económica na definição do princípio de realidade.
El suministro de gas libio es vital para Italia, y en menor medida para España, Alemania y Francia, y la primera alarma ha saltado hoy porque un grupo de opositores al régimen de Gadafi, llamado 17 de febrero (la fecha en la que prendió la mecha de los disturbios), ha colgado en su página web un mensaje que advierte a la Unión Europea, y "en particular a Italia" lo siguiente: "La gente de Nalut recuerda que forma parte de un pueblo libio libre, y tras vuestro silencio sobre las matanzas realizadas por Gadafi, ha decidido que interrumpirá desde la fuente el flujo de gas libio hacia vuestros países, cerrando el yacimiento de Al Wafa que lleva el gas hacia Italia y el norte de Europa pasando por el Mediterráneo".
Además del gas, son el petróleo y las gigantescas reservas de petrodólares las grandes armas que Gadafi ha empleado para seducir a Silvio Berlusconi, que en los últimos dos años se ha convertido en el principal paladín del regreso del coronel a la escena internacional.
Ambos países desarrollan en este momento un gran número de negocios millonarios, envueltos en un gigantesco conflicto de intereses entre lo público y lo privado, entre la alta política poscolonial y la diplomacia de los negocios personales y estatales.
La tarea de legitimación del otrora "perro libio" (Ronald Reagan) ha sido dura y fatigosa, a ratos bochornosa. Y hoy se ha convertido en la gran obsesión del Gobierno italiano, que ha reaccionado a la salvaje represión del régimen amigo con lentitud, tibieza y ambigüedad juzgadas como "intolerables" por la oposición, que ayer acusó a Berlusconi de haber humillado la dignidad italiana al comprometerse con un régimen autoritario y criminal.
Roma teme que el caos paralice o acabe con los numerosos acuerdos firmados con el dictador libio. Hay en juego autopistas, fútbol, helicópteros, radar, trenes, televisiones, bancos, coches, incluso un hotel de lujo en el centro de Trípoli.
Desde que hace dos años, el 30 de agosto de 2008, Libia e Italia firmaron en Bengasi el tratado que cerraba un largo y tenso contencioso colonial, con solemnes peticiones de perdón de Il Cavaliere al Coronel incluidas, Libia se ha convertido en uno de los escenarios favoritos de inversión de las grandes empresas italianas. Y viceversa, Gadafi ha inyectado grandes cantidades de dinero líquido en empresas italianas siguiendo los consejos de Berlusconi.
Todo ello, con la inmigración clandestina y los derechos humanos como sangrante telón de fondo: el acuerdo permitía a Italia y a la UE a devolver a Libia en masa a los inmigrantes africanos capturados en sus aguas incumpliendo las leyes internacionales que protegen a los peticionarios de asilo. Las denuncias de torturas, extorsiones y malos tratos a los inmigrantes en Libia son continuas.
Según los cables de Wikileaks, la diplomacia estadounidense cree que Gadafi, al que define como un "negociador pirata", tiene también intereses en el tráfico de personas y la mafia de la emigración clandestina.
22/02/11
O exemplo líbio — ou do preço a pagar pelo primado político da racionalidade económica
por
Miguel Serras Pereira
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