Em 21 de Maio, Madrid, o andaluz Júlio Aparício foi colhido por um touro Domecq. A cornada trespassou-lhe a boca, perfurando a língua e destruindo parcialmente os dois maxilares. O seu estado foi considerado gravíssimo, sob morte eminente. E Júlio Aparício não tinha Garcia Lorca - outro andaluz - ainda vivo para o cantar e imortalizar como fizera relativamente a Ignacio Sánchez Mejías (*). Lorca deixou-nos há muito, ainda a guerra civil em Espanha estava a começar nos seus combates de ódios intensos, continuando ainda hoje com a sua herança em ossos perdida em terrenos baldios perto de Granada onde os falangistas o fuzilaram, mas sem que os seus poemas se percam da imaginação e dos sonhos dos povos. Júlio Aparício não teria direito a um novo canto de Lorca mas teve uma equipa médica que procedeu a várias operações, incluindo a reconstrução dos maxilares destruídos, e o salvou para a vida e a sua arte. Por uma vez, celebre-se a inutilidade do genial talento de Lorca.
(*) Poema de Lorca dedicado a Ignacio Sánchez Mejías, toureiro que viu morrer na arena:
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco da la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.
.
El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
Cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.
.
Un ataúd con ruelas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oídeo
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El quarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A los lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde,
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
Federico García Lorca
(publicado também aqui)
04/06/10
Subscrever:
Enviar feedback (Atom)
1 comentários:
O poema é intocável, quanto à cornada no matador é para gritar: Eh! Touro lindo!
Enviar um comentário